El stop-motion tóxico de ‘Street of Crocodiles’ de los hermanos Quay
Un mundo de polvo, mecanismos y fetiches de alambre.
En el rincón más enmohecido del cine animado, donde la luz apenas se atreve a vestir el celuloide, reside una de las obras más inquietantes de los hermanos Quay: ‘Street of Crocodiles’. Estrenado en 1986 e inspirado en el relato homónimo del escritor polaco Bruno Schulz, este corto de stop-motion nos sumerge en un universo onírico y decadente, donde la materia parece estar en constante descomposición y renovación. Los hermanos Quay despojan a la animación de su colorido usual y la sumergen en un miasma de maquinaria oxidada, para presentarnos una sinfonía visual que vibra entre el arte y la muerte.
La danza de las reliquias: Una introducción a la estética Quay
El mundo de ‘Street of Crocodiles’ no es simplemente creado, es resucitado de una tumba industrial. Los personajes son meras marionetas tiradas por hilos invisibles, sus movimientos son a la vez frágiles y precisos, una coreografía espectral en un teatro de sombras. La animación se convierte aquí en un ejercicio de resucitación, donde cada escena palpita con la claustrofobia de un sueño lúcido. Es un descenso hipnótico a un laboratorio de autómatas fantasmales, quienes encuentran vida en lo inerte.
Las influencias plásticas y literarias que nutren el trabajo de los hermanos Quay son vastas y multiformes. Evocan el surrealismo de Max Ernst y la literatura fantástica de Franz Kafka, anclando su narrativa en un texto que se desliza en el tiempo y descompone el espacio. En esta película, al igual que en las demás obras maestras del dúo, la música y el sonido son cómplices en el crimen, sugiriendo la atmósfera cargada de las fábricas abandonadas que habitan sus pesadillas animadas.
Un universo paralelo a la luz del neón
‘Street of Crocodiles’ no opera en el vacío. Su profundo eco resuena a través de las décadas, encontrando parentesco en el cine de Jan Švankmajer y las imágenes distópicas de David Lynch. Sin embargo, donde Lynch explora lo suburbano y Švankmajer lo absurdo, los Quay se adentran en lo intersticial: esos espacios olvidados entre la realidad y el sueño, el sonido y la música, la vida y la muerte.
La obra encuentra en lo antiguo una fuente inagotable de inspiración, desenterrando el fetiche maquínico de los primeros autómatas cinemáticos de Georges Méliès. Las composiciones sonoras, obras que se funden con el eco de lo visto, recuerdan las texturas auditivas de músicos como John Cage, quien como los Quay, intenta capturar lo efímero de lo perpetuo.
Conclusión
‘Street of Crocodiles’ es un puente hacia un mundo que tantos eligen ignorar, uno donde el polvo habla y las sombras cantan. Los hermanos Quay desvelan una orquesta de putrefacción gloriosa, alimentando un apetito artístico por lo macabro que habita a menudo en la clandestinidad. Este cortometraje no es simplemente visto, sino auscultado, explorado con ojos que desean la transgresión de lo visceral. Es una pieza clave para quienes buscan el arte en sus formas más incómodas y crudas. En sus 21 minutos de hipnótica animación, se recoge un manifiesto ante lo irreversible, una melodía para quienes ven en lo desechado, un tesoro.
Referencias opcionales: IMDb para más información sobre ‘Street of Crocodiles’: https://www.imdb.com/title/tt0092005/ Un vistazo a la obra completa en YouTube: [Street of Crocodiles, Full Film](https://www.youtube.com/watch?v=YYI1dQzmcxg) Propuesta visual: Una captura del cortometraje, mostrando las marionetas suspendidas en su teatralidad sombría, encarnando la esencia del stop-motion de los Quay.