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‘Pi’ de Darren Aronofsky: matemáticas, paranoia y blanco y negro

‘Pi’ de Darren Aronofsky: matemáticas, paranoia y blanco y negro
Categories Inquietud Revelación

‘Pi’ de Darren Aronofsky: matemáticas, paranoia y blanco y negro

Obsesión y números como maldición visual.

En un mundo donde los números son todopoderosos, Max Cohen, un solitario genio matemático, se encuentra en una espiral de patrones incesantes que revelan la brutalidad del cosmos. Darren Aronofsky nos introduce en un universo donde la matemática deja de ser una ciencia abstracta para transformarse en una odisea noir. Preparen sus mentes para una inmersión en abismos numéricos.

Matemáticas: El lenguaje del universo bajo una nueva luz

Max vive atrapado en ciclos de cifras y ecuaciones, buscando un patrón en el universo que los demás no pueden ver. Su búsqueda se convierte en una obsesión nociva que desafía la frontera entre la brillantez y la locura. Aronofsky, con un presupuesto exiguo, utiliza el formato en blanco y negro para retratar una atmósfera casi claustrofóbica, recogiendo a través de su cámara el contraste nítido y sombrío de la mente de su protagonista.

Paranoia: Entre conspiraciones y realidades distorsionadas

El filme no solo explora la matemática como ciencia, sino también como religión. La paranoia desciende sobre Max cuando sus descubrimientos atraen la atención de corporaciones y cultos religiosos. Al igual que Franz Kafka en «El Proceso», el mundo de Max se torna en una pesadilla kafkiana, acentuada por el ritmo frenético de Clint Mansell, cuya banda sonora amplifica cada latido temeroso de la mente en declive del matemático.

Estética en Blanco y Negro: Volviendo al origen del cine de autor

Al apostar por el blanco y negro, Aronofsky no solo evoca un estilo clásico, sino que da un giro visual que conecta con el cine de autor experimental. Recordemos a Jean-Luc Godard y la Nouvelle Vague, que usaban el cine en blanco y negro como un modo de resaltar el contenido por encima de la forma. En «Pi», la monocromía se convierte en un lienzo para los demonios internos de sus personajes.

Conclusión

En «Pi», Darren Aronofsky nos deja con una sensación de inquietante clarividencia. El genio y su maldición están grabados en cada secuencia del film. Nos fuerza a cuestionar qué quedaríamos dispuestos a sacrificar por el conocimiento absoluto. Es una meditación visual sobre lo humano y lo absurdo del universo, un recordatorio de que no todos los patrones están destinados a ser comprendidos.

Referencias Externas