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Balas, saxofones y redención: Hard Boiled, el réquiem ultraviolento de John Woo

Balas, saxofones y redención: Hard Boiled, el réquiem ultraviolento de John Woo
Categories Éxtasis Extravagancia

Balas, saxofones y redención: Hard Boiled, el réquiem ultraviolento de John Woo

Cuando las balas caen como lluvia y la cámara baila con la muerte, Hard Boiled deja de ser cine de acción para convertirse en una ópera sangrienta sobre la lealtad, la pérdida y el sacrificio. El tiroteo final no es una escena: es una sinfonía.


I. Hong Kong ardiendo a cámara lenta

A comienzos de los 90, mientras el cine de acción occidental coqueteaba con el músculo y los one-liners, en Hong Kong John Woo ya hablaba otro idioma. Uno hecho de cámara lenta, palomas blancas, pistolas duales y coreografías que parecían ballets barrocos. Hard Boiled (1992) fue su testamento antes de cruzar a Hollywood. Su canto de cisne. O, mejor dicho, su explosiva última bala.

Chow Yun-Fat interpreta a Tequila Yuen, un policía con nombre de licor y corazón roto. Su compañero ha sido asesinado, y la ciudad se convierte en su campo de batalla personal. Pero el guion no es lo importante. Aquí la historia es una excusa: lo que cuenta es cómo se cuenta. Y Woo lo hace con un virtuosismo visual que roza lo místico.


II. Del noir al tiroteo zen

Durante más de una hora y media, Hard Boiled destila el ADN del heroic bloodshed: ese subgénero que John Woo moldeó con obras como A Better Tomorrow o The Killer. Aquí lo lleva a su extremo: traiciones, dobles agentes (Tony Leung en uno de sus papeles más intensos), miradas cargadas de tragedia, y una constante danza con la muerte. Las armas no son solo herramientas: son pinceles, y la sangre, su óleo.

Pero nada prepara al espectador para el clímax final, un tiroteo que ocupa más de 30 minutos y que tiene lugar en el hospital, entre quirófanos, cunas de recién nacidos, pasillos de fuego y almas en duelo.


III. El hospital como purgatorio

El enfrentamiento en el hospital es un descenso al infierno. Woo convierte un espacio de vida en un campo de muerte. El contraste no puede ser más brutal. Tequila y Alan (Leung) avanzan entre explosiones, heridos y bebés llorando, mientras sus balas buscan justicia en un mundo corrupto.

Una de las secuencias más recordadas es el plano secuencia de más de dos minutos sin cortes, donde los protagonistas atraviesan dos pisos del hospital mientras aniquilan enemigos. La cámara se mueve como un espectro, flotando entre la acción, sin temblar, sin pestañear. Es cine puro: sin montaje, sin respiro.

Todo en esta escena es excesivo, pero calculado. Cada explosión está coreografiada como en un musical de la muerte. Woo deja claro que para él la acción no es ruido: es poesía física. Violenta, sí, pero profundamente humana.


IV. De Peckinpah a Goya

Hard Boiled es heredera del cine de Sam Peckinpah, pero también de los frescos de guerra de Goya. Es un film sobre el deber y el sacrificio, donde los héroes no sobreviven ilesos. El caos visual de su final no oculta la tristeza que lo atraviesa: la melancolía de un mundo en decadencia donde la ética se paga con sangre.

Chow Yun-Fat, con un bebé en brazos mientras dispara, es la imagen definitiva del cine de Woo: ternura y violencia en el mismo encuadre. La mirada herida del personaje de Tony Leung antes del final es casi religiosa.

Y cuando todo termina, cuando el humo baja, solo queda el silencio y el sonido de un saxofón solitario. Porque esto no ha sido una película. Ha sido un réquiem.


Conclusión

Hard Boiled es el último gran rugido del cine de acción artesanal. Una obra de culto que llevó el género a un clímax estético y emocional que rara vez se ha igualado. John Woo firmó aquí su tratado sobre la lealtad, la muerte y la belleza oculta en la destrucción. Después, nada volvió a ser igual.


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