La primera pieza audiovisual de Lynch, una animación de vómitos en bucle que lo definió todo.
Extravagancia
Belleza mutante, simetrías bizarras
Corte sangriento, alma rota: Ichi the Killer o el sadomasoquismo como tragedia
Cuando Ichi the Killer (Koroshiya 1, 2001) se estrenó en festivales internacionales, las reacciones oscilaron entre la fascinación y el desmayo. En Toronto, repartieron bolsas para vómito como parte del «merchandising». En Rotterdam, hubo espectadores que abandonaron la sala. Pero el director Takeshi Miike —infame artesano de extremos como Audition o Visitor Q— nunca buscó agradar. Buscaba impactar, incomodar… y mostrar que en la herida hay belleza, aunque sea degenerada.
Balas, saxofones y redención: Hard Boiled, el réquiem ultraviolento de John Woo
Cuando las balas caen como lluvia y la cámara baila con la muerte, Hard Boiled deja de ser cine de acción para convertirse en una ópera sangrienta sobre la lealtad, la pérdida y el sacrificio. El tiroteo final no es una escena: es una sinfonía.
Jan Švankmajer y los objetos que cobran vida para devorar la infancia
Maestro checo del stop motion absurdo y perturbador. Si los objetos pudieran hablar, ¿qué historias nos contarían? Para Jan Švankmajer, el gran alquimista del cine de animación, los objetos no solo cuentan historias: cobran vida, se rebelan y, en ocasiones, devoran la inocencia de la infancia. Este director checo es conocido por su uso surrealista y perturbador del stop motion, un estilo que ha capturado los rincones oscuros de la imaginación humana donde la lógica pierde su forma y la materia inerte se vuelve viva.
Kamen Rider: cromo ácido en la autopista ochentera del inconsciente japonés»
De mutantes y motocicletas: el rugido tokusatsu que cruzó los túneles neón de los 80 para instalarse como fetiche audiovisual de culto.
Aphex Twin y el videoclip de Come to Daddy: el grito que redefinió lo grotesco
En 1997, el mundo de la música electrónica recibió un golpe directo a la mandíbula estética con el lanzamiento de «Come to Daddy», un single de Aphex Twin, el enigmático alias del productor británico Richard D. James. Pero fue el videoclip, dirigido por Chris Cunningham, el que realmente redefinió la percepción de lo grotesco y dejó una marca imborrable en la cultura pop. Con una combinación de terror, sátira y surrealismo, este cortometraje de cuatro minutos y medio nos invita a cuestionar nuestras nociones de normalidad y belleza.
Carne oxidada y delirio mecánico: “Tetsuo: The Iron Man” como vómito industrial de la era poshumana
Una pesadilla de metal y deseo: la película que transformó el cyberpunk en arte enfermizo. Shinya Tsukamoto nos arrojó al horno de chatarra donde la carne y el hierro se funden en una danza de horror fálico y mutación urbana.
La patada que cruzó el estrecho
Jackie Chan rodando en España: cuando el kung-fu chocó con los jamones, las vaquillas y el esperpento ibérico. Cuando Jackie Chan pisó la Península, lo hizo girando sobre sí mismo, lanzando puñetazos a 180 bpm y esquivando coches como si los toros de San Fermín fueran de acero. España no estaba preparada, pero tampoco Jackie. Y de aquel choque salió una rareza cinematográfica, cultural y estética que merece ser desenterrada.
La Bat-lujuria cromada: el coche más sexy del apocalipsis pop
Antes de que Gotham se volviera gótica y los superhéroes se tiñeran de trauma, hubo un rugido. Un rugido barnizado en negro mate y delineado con rojo incandescente. Era el rugido de la serie de Batman de 1966, y más aún, el del Batmóvil: un coche que parecía haber salido directamente de una exposición psicodélica de Detroit con destino a la estratósfera.
‘Scanner Darkly’ y la animación rotoscópica como distorsión mental
Keanu Reeves en un mundo borroso de drogas y delatores. La delgada línea entre la realidad y la alucinación: un análisis cinematográfico de un universo quebradizo.
