En 2012, Quantic Dream lanzó una demo técnica llamada «Kara» que resonó profundamente entre aquellos que habían seguido su carrera. Un corto de apenas siete minutos logró introducir un tema tan antiguo como la ciencia ficción misma: la humanidad en la inteligencia artificial. Pero lo hizo de una manera que se sintió, al menos por un momento, como una revelación. «Kara» no solo presentó una IA que podía llorar; presentó una a la que nos importaba.
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