En un mundo donde los videojuegos cada vez se acercan más al lenguaje del cine, Control (2019), de Remedy Entertainment, no sólo se sumerge en esa convergencia: la habita. Su protagonista, Jesse Faden, no recorre niveles; se adentra en corredores que respiran, oficinas que se deforman, laboratorios suspendidos entre planos de realidad. La Casa Inmemorial, sede del ficticio Federal Bureau of Control, es más que un escenario: es una criatura burocrática de hormigón brutalista, donde cada carpeta, sombra y ascensor parecen conspirar.
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